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La papaya.

En la esquina azul, fruta bomba y en la esquina roja, papaaaaaya. Qué culpa tiene la dichosa fruta de tener cierta semejanza con una vagina. ¡Oh!, milagrosa imaginación que tenemos los humanos para poderlo todo. A través de los años el nombre de la fruta, papaya, ha cargado con un estigma al ser ignorado y hasta proscrito en la parte occidental de Cuba y todo porque unos mequetrefes conquistadores comenzaron a darle cierta intención a la palabra. Soy del criterio que no existen ni malas ni buenas palabras sino la intención con que se digan para lograr una ofensa. Algo similar ocurre con el dinero, no hay dinero bueno o malo, todo está en el uso que le den. Tampoco estoy de acuerdo con utilizar la palabra vulgar, sentenciar a tal o más cual palabra es ahondar sobre las clases de una sociedad y si algo hay que decir a favor del vulgo, es resaltar toda la riqueza que aportó y aporta a nuestro acervo cultural, no sólo de Cuba, sino de la humanidad. Me imagino a aquellas señoronas cubiertas desde el cuello hasta los pies, yendo al mercado con toda la finura del mundo, pidiendo una fruta bomba y luego en la intimidad ofreciendo la papaya. Basta de tanta hipocresía y dejemos de seguir arrastrando el grillete que nos impusieron para tratar de hacernos más ignorantes de lo que éramos. Volviendo al tema de la papaya, recurro como siempre a esa fuente de sabiduría, que es sin duda nuestro Don Fernando Ortiz, en el Nuevo Catauro de Cubanismos, cuando define el concepto de “Bombo-a. Tibio, si se aplica a los líquidos: agua bomba. Insípido, reblandecido, pasado, si se aplica a las frutas. Fruta bomba, eufemismo que evita nombrar castellanamente al fruto del papayo, que aquí (En La Habana) tiene acepción obscena. Los conquistadores llamaron por eufemismo papo al órgano genital femenino, en la acepción tercera de la palabra. Después por derivación fonética, en Cuba se cayó en decir papaya como otro eufemismo, por ser nombre de una fruta, vocablo que por su mucho uso ha venido a ser vulgarote y poco menos que obsceno y ya proscripto del lenguaje decente en la parte occidental de Cuba. Por esta razón, al fruto del papayo no se le suele decir ya en las provincias occidentales como el diccionario de la Academia reconoce que es justo se diga (Papaya, agrego yo) y desde hace tiempo se acude a un nuevo eufemismo, fruta bomba.”
“Parece extraña la locución porque la voz bomba no puede aquí interpretarse por ninguna de las acepciones académicas; y si acudimos al cubanismo bombo, que significa tibio, tampoco hemos de hallar sentido que nos satisfaga.”
“La explicación surge si recordamos que entre las palabras del breve vocabulario de los negreros de los siglos XVI y XVII, con las que estos se entendían con los infelices esclavos, estaba la voz bombo, que quería decir precisamente el órgano sexual de la mujer. De modo que decir fruta bomba, para no pronunciar el hoy picaresco nombre del fruto de las papayáceas, es decir crudamente la misma picardía, pero traducida en lenguaje africano. Y así queda satisfecho el púdico recato lingüístico con una pampanilla. Antaño se decía fruta boba.”
¿Qué les parece?, aceres. Me imagino a Don Fernando Ortiz, hombre ilustre, extremadamente culto y decente y gozador de un gran prestigio en su época, rebuscando palabras, tales como; fruto del papayo, fruto de las papayáceas, etc. todo, para evitar, escribir papaya.
Después de haber vivido en la Habana, varios años y haberme acostumbrado a decir fruta bomba, para no ofender a las habaneras, visito Nicaragua, en varias ocasiones y tengo que acostumbrarme de nuevo a decir papaya, porque allá, fruta bomba no significa nada y vuelvo a salir de Cuba y radico en México y me encuentro con la papaya porque la fruta bombácea no significa nada. Para mí, no es tanto problema porque soy oriental guajiro, palestino, lo difícil va a ser cuando regrese a La Habana, después de tantos años, y en donde nuestra isla sigue dividida por la mitad; en la parte oriental papaya y en la occidental fruta bomba, la que debe ser proscrita de nuestro vocabulario para así “satisfacer el púdico recato lingüístico.”


El fotingo. 


Esta palabrita si creo que nos la encasquetaron como paletica congelada de la yuma, aunque tengo mis dudas en darlo como un hecho. Ante todo, quiero comenzar con el análisis que hace nuestro sabio cubano, Don Fernando Ortiz, en el Nuevo Catauro de Cubanismos. FOTINGO. “Ano. Esta voz se ha usado en el Oriente de Cuba desde hace tiempo, expresión jergal de los prostíbulos para significar el meato anal. Probablemente se deriva de fotre fot, raíz catalana (los catalanes han abundado de tiempo atrás en Santiago de Cuba) que significa fornicar y el sufijo despectivo ingo, como indicando a caso el acto sexual contra natura. Pocos años hace que se introdujeron en La Habana los automóviles económicos de alquiler, preferentemente los de la marca Ford. Y para significar estos vehículos baratos y populares, genéricamente llamados ford, que han sustituido a los antiguos desprestigiados coches de alquiler (peseteros, cristalinos, etc.) y que contrastando con los automóviles de lujo, vienen a ser de ínfima clase, se ha importado del Oriente de la república, esa voz fotingo, que allá es indecente y aquí en la capital, es hoy de las más usadas en el habla vulgar”. En el Glosario de Afronegrismos, también de nuestro ilustre Don Fernando Ortiz, vuelve a aparecer la palabra fotingo y después de repetir todo lo anterior, agrega; “aunque el catalán, muy oído antaño en Santiago de Cuba, basta para explicar la indecente acepción, origen de la otra, queremos recordar la voz futu que en Mandinga significa “casarse”, según Hopkinson. Y haga el lector las deducciones que quiera”. Aprovechando esta invitación, más que deducir y comparar, quisiera aportar, ante todo con mucho respeto y cuidado, el siguiente comentario: Don Fernando Ortiz, vivió entre los años 1881 – 1969 y fue un habanero de pura cepa. Yo nací en la provincia oriental y desde que tengo uso de razón, nunca he escuchado, que la palabra fotingo sea indecente. Quizás antaño lo fue. Quiero aclarar que cada vez que Don Fernando Ortiz, hace referencia a la provincia oriental, todo queda en Santiago de Cuba, pero lo cierto es que los santiagueros tienen una forma de hablar tan peculiar que no tiene comparación con los habitantes de las demás provincias ni siquiera con los habitantes de las provincias vecinas. Menciono el intervalo de vida para ubicar épocas y porque fue en la plena etapa de su vida el auge del ford modelo “T”. El 27 de setiembre de 1908, Don Fernando, tenía veintisiete años y es cuando surge el primer Fort modelo “T” y el 1 de junio de 1927, se produjo el último de esos modelos de coches y todos se caracterizaban por tener un claxon tipo corneta formada por una bocina y una pera de hule o goma, que en Oriente desde niño conocí como fotuto, por lo que me atrevería a decir, a pesar de no estar del todo de acuerdo, con aquellos que sostienen que el origen de la palabra está dada por la deformación de la frase inglesa “foot it and go”, (Pisa y corre), publicidad de la época, de la Cía. Ford. Gústele a quien le guste y cáigale mal a quien le caiga. Sin embargo, me atrevería a esgrimir otra teoría. La interjección ¡fó!, es muy oriental, y en el Nuevo Catauro de Cubanismos, Don Fernando, se cuestiona, si es una contracción de follar. Yo diría que no, en todo caso sería de fonino, que sí, es indecente, muy oriental y que sí, significa meato anal y que por cierto no aparece en ninguno de los dos libros de Don Fernando Ortiz, por lo que puedo asegurar que no la conoció. Los significados que toda mi vida he escuchado de fotingo, son como auto antiguo y como nalgas abultadas... ¡esa mujer tiene tremendo fotingo!. También se le dice fotuto al tallo que une la hoja con el tronco del papayo, que es largo y hueco y nosotros cuando niños, usábamos para hacer pompas de jabón y ruidos de trompetillas. La palabra fotingo viene siendo sinónimo de fambeco y de otra palabra fondongo que he encontrado en el Nuevo Catauro de Cubanismos, pero que yo recuerde, nunca la he escuchado. Después de muchos años, todavía por las calles de mi país circulan altaneros y orondos los automóviles fotingos, los ford “T” ó “Tres patás”, que muy pronto van a cumplir un siglo de existencia, y que junto al fotingo de la mujer cubana, engalanan las calles y avenidas de nuestras ciudades.